Aquella máquina era un prodigio. Los líquidos de color uva, limón y mango contenidos en los tres galones de la repisa, fluían y se precipitaban como una cascada por tres canales en declive. Bajaban hasta rebosar unos tubulares de plástico que un operario jalaba con habilidad de ilusionista hasta una cinta que señalaba su tamaño, sobre una plataforma de aluminio. Allí, una guillotina caía, activada con un golpe de pedal dado por aquel “prestidigitador”. ¡Acto de magia! El tubular era sellado y cortado convirtiéndose en bolsitas alargadas en forma de cojín.
Cada tanto, tres de estas y del mismo tamaño se deslizaban por una canoa en un viaje de tobogán que terminaba en el piso, formando una montaña que olía a esencia de frutas. Otro operario hacía manojos con las bolsitas, contaba 50 o 100 y las acomodaba en una bolsa más grande. Unos dedos de pianista se retorcían y aparecía un nudo. Otra persona tomaba el paquete y lo introducía en el refrigerador. Todo esto, antes de que las bolsitas fueran agujereadas por los dientes de los sedientos clientes.
Los bolis, esa especie de jugo con el que los niños remojaban panes y galletas en horas de recreo, pasaban por un proceso manual que solo era interrumpido por aquella máquina de prodigio. La guillotina selladora y cortadora de pedal fue tal vez el primer descreste tecnológico en medio de este carrusel de manos. Años 70, tiempos libres del vértigo que más tarde llegaría. Los robots, protagonistas
de la tecnología del presente, apenas aparecían como espectros de ficción en Star Wars, la película de 1977.
Pero de la década del 70 a la actual, el tiovivo del progreso ha dado infinitud de giros. Y aunque sigue funcionando en algunas plantas artesanales, en el presente, la “máquina del prodigio” es más una reliquia dentro del museo del empaque. De este viraje, hay testimonios que resultan elocuentes. “Nosotros somos una compañía que arrancó hace 15 años haciendo soluciones de empaque flexible. Esto quiere decir, las máquinas que hacen, a partir de rollos, bolsas de leche, bolsas de agua, bolsas de café, bolsas de arroz, bolsas de azúcar… todo ese tipo de productos”, ilustra Daniel González Ruiz, subgerente de Solpak, compañía colombiana que desafía el presente con sus propuestas automatizadas de logística integral en planta.De la guillotina que le sellaba la boca al bolis y le cortaba el “cuello” se pasó a las máquinas automáticas fabricadas con tecnología de punta, como la denominada Línea de Líquidos, de Solpak, “diseñada para empacar en caliente y en frío productos líquidos, semilíquidos o pastosos, utilizando materiales flexibles de película plana en forma de bobina, armando bolsas de tres sellos, uno longitudinal y dos transversales”, y capaz de tener un rendimiento de 7.200 bolsas por hora, según su catálogo.
Pero había que darle otra vuelta a la tuerca de la innovación. La automatización no se resignaría con sustituir una máquina activada con las manos o los pies. Como ha venido ocurriendo en las industrias más desarrolladas dedicadas a ofrecer soluciones de empaque en el mundo, el objetivo hoy es dar “soluciones de fin de línea con manejo integral de producto en toda la cadena de producción”, como bien lo sintetiza González.
LOS NUEVOS TRUCOS
La dinámica generada por economías abiertas a golpes de TLC, impulsadas por el ímpetu de la competitividad y la producción en serie, lleva a que los procesos desistan de tantas manos. Los creadores de soluciones en el sector de empaques ya no le hacen culto a la máquina vista como pieza individualizada y rodeada por un ejército de empleados. La automatización cabalga a ritmo de purasangre, al tiempo que obliga a pensar en engranajes integrales a los que la tecnología y la innovación les insufla vida.
“Durante años, la robótica de fabricación era sinónimo de la industria automotriz. Los proveedores de robots ayudaron a diseñar y construir células de montaje de precisión y sistemas de materiales de alta resistencia para satisfacer las necesidades particulares de los fabricantes de automóviles. Hay un nuevo comprador en el bloque ahora, y los robots viejos están aprendiendo nuevos trucos”, ilustra en su web Güdel, líder tecnológico alemán en aplicaciones de sistemas con rendimiento de alto grado.
Sí. Casi cuatro décadas después de notarse las primeras insinuaciones de automatización en la industria, el mundo productivo experimenta una invasión de nuevos desarrollos que actúan bajo pensamiento propio, los software, y que dinamizan todos los procesos, ya no de forma manual sino automatizada, a veces con estructuras híbridas (máquinas y robots) que dejaron de funcionar de manera atomizada, evitando el rompimiento de la cadena productiva.
“Los usuarios finales están abriendo sus mentes a la siguiente etapa de la tecnología de automatización”, dice René Cossette, gerente general de Premier Tech Systems, compañía canadiense líder en soluciones para la industria del empaque, citado por Kevin T. Higgins, editor de la publicación norteamericana Food Engineering. “Y más personas están disponibles para apoyar los sistemas”, retoma Cossette.
FIN DEL ROMPECABEZAS
Es común que los aficionados al ciclismo armen sus bicicletas por partes, pues no siempre tienen a la mano el prototipo de su gusto. Entonces compran el marco allí, el manubrio y el tenedor allá, importan los pedales y la cadenilla, hasta que pieza por pieza completan el rompecabezas. Del mismo modo, muchas industrias en Colombia se ven obligadas a integrar sus plantas de envasado, empacado y logística interna.
“En Colombia encuentras lo que llamamos máquinas stand alone –máquinas individuales o para instalar en un sistema–, encuentras proveedores de máquinas solas, chinas, europeas, americanas o unas cuantas nacionales, pero soluciones completas de fin de línea, que abarquen todo el proceso, yo creería que no hay en Colombia. Te toca empezar a armar. Esto es una marca, esto es otra marca. Nosotros no. Nosotros hacemos la solución completa”, señala Daniel González Ruiz.
De repente, estamos de frente al “todo en uno”, el ideal de todo aquel que no tiene tiempo para armar “rompecabezas” sino para hallar una solución integral, sin que tenga que descuidar lo que le importa: su producción. Aquí es donde los proveedores de soluciones de empaque tienen su paraíso: ofrecer todo en un solo lugar.
“Entonces fue creciendo la solución y empezamos a hacer manejos completos de producto por toda la planta. Te entrego una estiba lista, desde que el producto se previó en algún lado, se hace el empaque primario, secundario, terciario hasta llegar al estibado de forma automática, no lo toca nadie. Todo automatizado, diseñado y fabricado por nosotros, aquí, en Colombia”, ilustra este administrador de empresas.
Y aunque hay componentes que necesariamente deben ser importados, los materiales en un alto porcentaje son hechura nacional: “Los componentes electrónicos son obviamente importados y la neumática. Eso compone un 25% de toda la solución de valor. Pero el resto es fabricado por nosotros acá. Ingeniería tiene un alto peso. Todo esto fue diseñado acá, concepción y software nuestros. Tiene un componente de software bien importante y muy especializado”, especifica González, señalando un novedoso sistema de paletizado automático.